viernes, 26 de septiembre de 2008

El artefacto_parte32.


El camino desde donde estuvimos hablando hasta el templo no era demasiado largo, llegamos en apenas unos cuantos minutos sobre los caballos de la guardia.

El templo era enorme. Era tan alto que llegaba a tocar las nubes. Tenia un color tan blanco que con la luz del sol apenas podía mantener los ojos abiertos. No tenía demasiadas ventanas, pero las que tenían eran tan grandes como la puerta de Seinciarg.

 Nos acercamos a la entrada, y nos bajamos de los caballos.

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