viernes, 12 de marzo de 2010

El artefacto 2,2.

Un año pasó desde aquel día. Un año bastante tranquilo. A pesar de que la casa Deshi estaba completamente indefensa, ninguna otra se atrevía a atacarles. La furia de estas montañas y aun más la de su líder, eran suficientes para hacer que se lo pensaran muy bien antes de actuar.

El invierno había vuelto a caer. El frio en estas tierras era insoportable. Awan llevaba varias prendas hechas de una gruesa piel de oso y piel de lobo sobre los hombros. A pesar de esto, Tosar seguía con su misma ropa de siempre. Un simple chaleco de cuero. Se decía entre sus hombres que el frio de las montañas recorría sus venas. Qué era cosa de familia. Algún conjuro quizás lanzado sobre algún antepasado suyo. Se sabe que los magos son personas muy poderosas, pero por eso mismo muy pocos existen. Desde que la academia de magia de Ynos fue destruida, los pocos magos que sobrevivieron vagan por la tierra buscando algún niño con cierta tolerancia a las fuerzas mágicas. Así que quizás sea cierto. El frio de las montañas corre por sus venas.

-Señor – Un hombre se acerco a mi lado.- El señor Awan le busca.

-Ahora mismo voy. – Le hice un pequeño gesto con con la mano para q se fuera. Deje mi cuaderno sobre la mesa y salí de la habitación. Los pasillos eran algo tétricos. Paredes hechas de roca y alguna antorcha para contrarrestar la falta de luz debido a la ausencia de ventanas. El frio era demasiado intenso como para dejarlo entrar.

Llegue donde Awan. Era la única habitación que estaba bien decorada y no era tan tétrica como todo lo demás. Sin contar la de Tosar.

-¡Oh! Al fin has llegado. – Dijo Awan dirigiendo su mirada hacia mí. – Ven, siéntate. Estamos charlando sobre la idea de atacar a los demonios que tiene Tosar. ¿Quieres unirte?- Dejo entrever una sonrisa.

-¿Atacar? ¿De verdad? E... Eso es imposible, es una misión suicida, no llegaran ni a acercase a la puerta. Morirán antes de siquiera verla. – Dije espantado.

-¡¿Imposible?! ¡Ja! ¿Por qué tengo que oír esto de uno de tus lacayos Awan? ¿Qué sabrá el de todo esto? – A Tosar se lo notaba enfadado.

Awan sonreía.

-Deja que te lo aclare Tosar. Este hombre que tienes frente a ti, no es uno de mis lacayos. Es una persona a quien trato como a un igual. También te diré que es el único superviviente de la masacre de Ynos, que fue él quien acompaño al joven que encontró y activo el artefacto y abrió la puerta. Y además fue el único que se enfrento a un demonio temporal en uno contra uno y vivió para contarlo. Creo que deberías saber esto antes de todo. – Sonrió de nuevo.

-¿El es...? – La cara de Tosar se puso colorada, no le salían las palabras.

-Veo que soy bastante famoso por estas tierras también. – Dije.

-¡Y tanto! Ja, Ja, Ja. ¿Por qué no me habías dicho esto antes, Awan bastardo? ¡Tengo frente a mí a una leyenda viva! – No dejaba de reír a carcajadas. - ¡Ven, bebe conmigo! – Me ofreció una enorme jarra. Había oído que los Deshi bebían mucho, pero no tanto.

-No gracias, no bebo. – Le respondí negando con la cabeza.

-¡Y no bebe! ¿Has oído Awan? ¡No bebe! Es usted tan extraño como asombroso. – Me dijo entre carcajadas que parecían no tener fin.

-Mire señor Tosar, escuche. – Le dije seriamente intentando volver a la razón de mi invitación. – Tiene que replantearse el ataque a la puerta.

- Mira chico – Dijo cambiando sus carcajadas a una mirada seria y penetrante. – Agradezco que te presentaras ante mí y tus intentos de ayudar. Pero nosotros somos guerreros, y como tales no podemos quedarnos de brazos cruzados ante todo esto. Prefiero morir intentando algo peleando a morir aquí esperando a que esos demonios decidan irse.

¿Y cómo guerrero no preferiría pelear en más guerras antes de morir? ¿O es que el morir inútilmente es el camino del guerrero? Lo que está intentando es un suicidio.

-¿Y qué pretendes que haga, eh? ¿Quedarme en este castillo vacio donde a cada paso que voy se crea un eco? ¿Quedarme aquí mientras las almas de mis hombres caídos me ven gandulear en donde ellos perdieron sus vidas?

-Ellos no querrían que su señor perdiera la vida inútilmente. Ellos no querían ver como su señor y sus compañeros mueren. Querrían verle luchar otra vez, pero verle ganar. Así como nosotros hemos sido atacados, otros lo serán. – Me di la vuelta y mire a Awan. El me devolvió la mirada y empezó a aplaudir en silencio. Supongo que era esto lo que él quería de mí, que cambiara de idea a Tosar. – Lo que tenemos que hacer es buscar a los que hayan sido atacados y avisar a los que aun no. Unirnos en una cruzada contra los demonios. Ahí es donde sus caídos querrán verle demostrando quien es. Ahí es donde debe estar.

-Awan – Dijo Tosar – Tu chico sabe hablar. ¡Ja, Ja! ¡Pongámonos en marcha! ¡Nos vamos de aquí! – Grito a todo pulmón.