martes, 28 de septiembre de 2010

Recopilación.

El artefacto 2,14.

Se decía que en lo más profundo del bosque de Quech, bajo toda su oscuridad, se ocultaba un mal al que incluso los demonios temían acercarse. Un mal que se remonta a los principios de todo, a la creación del propio mundo. Ninguna de las historias contadas sobre este bosque y al gente que se adentro en el son muy alentadoras. Pero el tiempo se les echaba encima y el camino más corto hacia Ymedaca era atravesar el bosque.

-Aquí estamos – Dijo Tosar con voz burlona. – El gran bosque de Quech, ¿Asustado Awan?

-¿Me lo pregunta el hombre enorme que no para de temblar? – Le desafié.

-Serás…

-Disculpen que les interrumpa su charla tan interesante y les devuelva a la realidad. ¿Están seguros de querer meterse ahí dentro? - Pregunto Lia.

-¿La verdad? Aun tengo mis dudas. – Le dije. – Pero se supone que tu amiguito de fuego sintió un sello aquí dentro, ¿No? No es que tengamos muchas más opciones. El camino más corto es atravesar el bosque y si añadimos que dentro de él hay uno de esos sellos tan importantes de los cuales no es que nos sobren...

-De acuerdo, en marcha pues.

-Espera. ¿Así sin más entras? ¿No tienes ni una pizca de miedo de entrar ahí dentro?

-Mírame. He vivido sola con Frizt desde que perdí a mi familia y a todo ser querido desde los cinco años en un mundo lleno de demonios. ¿Crees que le tendré miedo a un bosque encantado? – Dijo Lia mientras se adentraba en el bosque.

-Qué hombre más valiente. – Me dijo Tosar entre risas.

-Calla… ¡Todo el mundo de pie, nos vamos! – Grite a los hombres.

Se adentraron en el bosque. Los altos arboles ocultaban la poca luz que había durante el día. Allí dentro era una noche eterna, apenas se podía ver nada. No había caminos. Nadie había entrado en estos bosques desde hacía siglos. Los `pocos caminos que habían fueron sepultados entre arbustos y destruidos desde abajo por las enormes raíces de los arboles de ébano que allí crecían. Les rodeaba un fuerte olor a humedad proveniente de los pequeños lagos que les rodeaban.
Entre la oscuridad y el miedo por las historias, los hombres imaginaban cosas. Allí donde miraban algo se movía. Oían voces, pero no las entendían. Se sentían observados.
Pasaron varias horas y acamparon al lado de uno de los lagos a pasar la noche.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Juntos bajo el Sol.

Me agarro de la mano y corriendo me saco de la habitación. Corría y corría, cada vez más rápido. Podía sentir su corazón latiendo cada vez más rápido y el sonido de su respiración cada vez más fuerte mientras tiraba de mí. No la conocía muy bien, tan solo de vista. Era bastante bonita. Siempre sonriendo, siempre con su comportamiento tan refinado. Ayudaba a todo aquel que le pedía ayuda. La veía todos los días. Al final se convirtió en algo que necesitaba ver cada día. Me enamore de ella, y a cada día que pasaba mas era el amor que sentía por ella. Pero no me atrevía a hablarle, nunca tuve el coraje suficiente.
Me llevo hacia la azotea del edificio. Era de día, había un Sol radiante. Yo junto a la chica a la que amo, juntos de la mano bajo un radiante Sol.
Me miro fijamente a los ojos y me dijo con una suave voz: “Se lo que sientes por mi” , tiro de mi nuevamente y me tiro junto a ella al vacio con una sonrisa.

Juntos bajo un radiante sol acompañado de una dulce sonrisa.

El artefacto 2,13.

Las tierras de Neila iban desapareciendo a medida que el horizonte avanzaba tras de ellos. La noche en que se enteraron del significado de los sellos que la joven perseguía se convirtió la entrada de Tosar y Awan dentro de una carrera contra reloj que hacía ya tiempo había comenzado en su ignorancia. No había tiempo que perder se dijeron con una mirada tras la cual la orden de prepararse para marchar al amanecer fue dada a todos los hombres que aun estaban con ellos.

La noche transcurrió lenta y con calma. Mientras todos dormían sin saber lo que se les venía encima, Tosar y Awan no pegaron ojo. La mañana llego y con ella el ruido de los soldados preparándose para dejar Neila. Estaban todos. Todos menos Aenil. Se había ido durante la noche, mientras todos dormían y algunos se ahogaban en sus propios pensamientos. Nadie sabía a dónde se había ido. Pero Awan no se preocupo, ella siempre solía desaparecer durante las noches. Rilas decía que se iba a perseguir sus sueños.

Ahora, al norte de Neila, frente al gran bosque de Quech, se encontraban los supervivientes de los restos de Deshi y los de las desoladas tierras de Neila. Dos señores vencidos y despojados de sus poderes empezando una cruzada contra un mal que ya estaba viviendo demasiado tiempo en la superficie y al que plantarían cara con todo lo que tienen.

viernes, 10 de septiembre de 2010

El artefacto 2,12.

-¿Sabes lo que me conto aquella vez? – Me dijo sentado a mi lado sobre la cama. – Fue casualidad, ¿Es gracioso verdad?... Todo esto fue casualidad. El no buscaba todo esto, simplemente se estrello contra ello sin poder evitarlo. Se lo encontró de frente.
¿Pero sabes? Yo no lo creo, no creo que fuese casualidad. Esto era lo que él debía de hacer. Había nacido para llevarlo a cabo. Ya estaba escrito. En el momento justo, el sitio justo. Debía de ser así. Su sitio es en donde esta por el momento. El mío es este. El tuyo… no es aquí. No puedes quedarte – Dijo mientras una lagrima le caía por la mejilla. – No puedes…

- Pero… ¿Qué hay de lo que yo quiero? Yo… Yo no quiero volver a perderte. ¡No de nuevo!

-Y no lo harás – Me dijo secándome las lagrimas con la mano. – No me perderás. Estaré aquí por siempre, dentro de ti.- Apoyo su mano contra mi pecho. – A veces hay que recordarle a las personas cual es su sitio, tanto si no lo están como si están en el equivocado.



-¿Entonces eso es lo que buscas, eh? – Le pregunte a la niña.

-Exacto. Y el de tu amigo era de los más importantes.

-¿Y para que los quieren? ¿Acaso no se bastan ellos mismos para destruirnos?

-Je… ¿Quererlos? Ellos no los quieren para nada. No les valen de nada.

-¡¿Entonces?!

Tosar se limitaba a observar, no se movia, no hablaba, solo observaba.

-Los que los necesitamos somos nosotros. Sin ellos estamos perdidos.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Fin de una vida.

-¿Tiene su gracia eh?- Me dijo

-¿El qué?

-Todo, todo esto. El hecho de que estés aquí, de que yo esté aquí. De que todo haya acabado de este modo.

-Puede que si… Puede que realmente todo deba acabar así. Pero… ¿Cómo he llegado a esto?

-¿No lo recuerdas verdad? Es normal…



-¡Eh, Ben! ¿Lo tienes todo verdad?

-Si, todo está listo.- Dije enseñándole la maleta.

-Muy bien, vamos dentro.

Frente a nosotros se encontraba una majestuosa entrada a uno de los hoteles más caros de la ciudad. La gente entraba y salía sin parar a todas horas, yendo y viniendo.
Una vez entrabas un dulce aroma a menta nos atravesó empujado por las ráfagas del aire acondicionado de la recepción.

Había muchísima gente allí sentada en los sofás desayunando tranquilamente hablando entre sí formando una barrera de sonido que no permitía enterarte de nada a menos que estés al lado de cada uno. Pero no podías, la barrera no te dejaba acercarte.

Nos acercamos a la recepción. Nos atendió una hermosa mujer con un pelo rubio oscuro recogido debajo de una especie de boina de piel con el logotipo del hotel. Pedimos una habitación y nos entrego la llave.
Habitación nº173 piso 19. Nos dijo que era muy importante no perder la llave dado que no había copias. Hicimos como si nada y nos fuimos al ascensor. Nosotros no éramos como todos estos ricachones a los que todo les da igual porque pueden arreglarlo con dinero. Nosotros éramos gente corriente, teníamos más cuidado por las cosas, y más aun por las cosas que eran más caras incluso que nuestras vidas. Pero la perdimos…


-Ya han pasado 5 días Ben. ¿Cómo te encuentras?

-No muy bien para serte sincero.

-¿Dónde está tu amigo, ese con el que entraste?

-Se fue cuando me entregaron la llave.

-¿Y para que era la maleta?

-Sonara estúpido pero, ¿Sabes cuantas toallas hay por cada habitación en este hotel? ¿Y sabes cuantas entran en una maleta? Todas.

-Entonces sabrás que esto es cosa del karma. El hecho de que te quedes encerrado dentro de esta habitación por que la llave quedo de lado de fuera es por el simple hecho de que querías llevarte todas las toallas de la habitación.

-¿Karma dices? Menuda tontería.

-Tontería tu madre. Karma es un muy buen amigo mío.

-¿Eh? A todo esto. ¿Quién eres tú?

-No lo diré dado que nunca lo hago. Pero ya que estas en las ultimas y colapsaras pronto te diré que mi rostro suele aparecer en sopas y cereales, y a veces en tortitas.

-Así que eres tú… No se si estoy delirando por la falta de comida o si esto es real, pero no eres como la gente te cree.

-Mmmm… Delirante, me gusta esa palabra. Y no, ¿Como la gente va a retratarme si hace miles de años que no me ven? ¿Viste la película sobre mi crucifixión? Debería haberme hecho famoso. Pero no, ¿Cómo voy a decirles a mis amigos que ese soy yo si no se parece en nada a mí?

-Y ahora que, ¿Iré al cielo? ¿O me castigaran por intentar robar las toallas?

-¿Las toallas? No te preocupes por eso , nadie te dirá nada. En mi casa ninguna toalla es comprada, todas son de hoteles. Y si, iras al cielo pero solo unos segundos.

-¿Cómo que unos segundos?- Le pregunte extrañado.

-Ya sabes, la gravedad.