viernes, 10 de septiembre de 2010

El artefacto 2,12.

-¿Sabes lo que me conto aquella vez? – Me dijo sentado a mi lado sobre la cama. – Fue casualidad, ¿Es gracioso verdad?... Todo esto fue casualidad. El no buscaba todo esto, simplemente se estrello contra ello sin poder evitarlo. Se lo encontró de frente.
¿Pero sabes? Yo no lo creo, no creo que fuese casualidad. Esto era lo que él debía de hacer. Había nacido para llevarlo a cabo. Ya estaba escrito. En el momento justo, el sitio justo. Debía de ser así. Su sitio es en donde esta por el momento. El mío es este. El tuyo… no es aquí. No puedes quedarte – Dijo mientras una lagrima le caía por la mejilla. – No puedes…

- Pero… ¿Qué hay de lo que yo quiero? Yo… Yo no quiero volver a perderte. ¡No de nuevo!

-Y no lo harás – Me dijo secándome las lagrimas con la mano. – No me perderás. Estaré aquí por siempre, dentro de ti.- Apoyo su mano contra mi pecho. – A veces hay que recordarle a las personas cual es su sitio, tanto si no lo están como si están en el equivocado.



-¿Entonces eso es lo que buscas, eh? – Le pregunte a la niña.

-Exacto. Y el de tu amigo era de los más importantes.

-¿Y para que los quieren? ¿Acaso no se bastan ellos mismos para destruirnos?

-Je… ¿Quererlos? Ellos no los quieren para nada. No les valen de nada.

-¡¿Entonces?!

Tosar se limitaba a observar, no se movia, no hablaba, solo observaba.

-Los que los necesitamos somos nosotros. Sin ellos estamos perdidos.

No hay comentarios: