viernes, 24 de septiembre de 2010

El artefacto 2,13.

Las tierras de Neila iban desapareciendo a medida que el horizonte avanzaba tras de ellos. La noche en que se enteraron del significado de los sellos que la joven perseguía se convirtió la entrada de Tosar y Awan dentro de una carrera contra reloj que hacía ya tiempo había comenzado en su ignorancia. No había tiempo que perder se dijeron con una mirada tras la cual la orden de prepararse para marchar al amanecer fue dada a todos los hombres que aun estaban con ellos.

La noche transcurrió lenta y con calma. Mientras todos dormían sin saber lo que se les venía encima, Tosar y Awan no pegaron ojo. La mañana llego y con ella el ruido de los soldados preparándose para dejar Neila. Estaban todos. Todos menos Aenil. Se había ido durante la noche, mientras todos dormían y algunos se ahogaban en sus propios pensamientos. Nadie sabía a dónde se había ido. Pero Awan no se preocupo, ella siempre solía desaparecer durante las noches. Rilas decía que se iba a perseguir sus sueños.

Ahora, al norte de Neila, frente al gran bosque de Quech, se encontraban los supervivientes de los restos de Deshi y los de las desoladas tierras de Neila. Dos señores vencidos y despojados de sus poderes empezando una cruzada contra un mal que ya estaba viviendo demasiado tiempo en la superficie y al que plantarían cara con todo lo que tienen.

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