martes, 11 de diciembre de 2012

No time.

Se levanto aquella fatídica mañana. La oscuridad inundaba la habitación. Se levanto y abrió las cortinas para que la luz de la mañana entrara y lo llenara todo de color, pero aquello no paso aquel día, apenas si entro algo de luz. El Sol apenas estaba asomándose en el horizonte. Extrañado, se acerco al reloj despertador Casio que estaba sobre su mesita de luz para mirar la hora. Marcaba las 5:32 de la mañana. Al verlo, decidió bajar a la cocina a buscar algo de beber antes de volver a dormirse hasta la hora de despertar. Bajo las escaleras sin encender las luces para no molestar a sus padres, llego a la cocina, se sirvió un vaso de agua bien fría, la bebió de un trago y volvió a subir a su cuarto a acostarse.
Al cabo de un rato se despertó de nuevo, se sentó sobre la cama para quitarse las legañas, fue al baño a lavarse la cara y los dientes y volvió al cuarto a cambiarse. Una vez estuvo vestido miro la hora en el despertador y se sorprendió al ve que aun eran las 5:32 de la mañana. Estuvo a punto de pensar que estaba roto pero justo cayó en la cuenta de que el Sol aun no había salido. Su instinto básico de miedo y dudas le hizo correr hacia el cuarto de sus padres para preguntarles si sabían lo que estaba pasando.
Se detuvo frente a su puerta y los llamo pero no hubo respuesta. Insistió mas de una vez sin recibir respuesta alguna desde el otro lado hasta que decidió entrar el mismo. Al estar dentro de la habitación, los vio a los dos en la cama aun durmiendo. Se acerco despacio hasta estar al lado de su padre y lo llamo tocándole el hombro, cada vez mas fuerte sin recibir respuesta por su parte. Los sentimientos de duda y miedo sobrepasaron su limite y comenzó a empujarlo con todas sus fuerzas a la vez que lloraba sin comprender nada de lo que pasaba. Su padre y su madre estaban dormidos pero no despertaban de su sueño. Al cabo de unos minutos comprobo que aun respiraban, eso le alivio en parte aunque hizo crecer las dudas en su interior: ¿Que estaba pasando? ¿ Por que no despertaban? Corrio al salon para llamar a emergencias, pero solo consiguio aumentar su panico al ver que no habia linea. Subio corriendo a su cuarto a por su telefono movil pero tampoco tenia señal alguna. Decidio salir de la casa e ir a pedir ayuda a los vecinos, puerta por puerta, cada una la golpeaba con mayor fuerza pero nadie respondia a sus llamados. Asi siguio por toda la calle hasta acabar agotado. Justo cuando iba a darse por vencido vio al final de la otra calle una figura de pie,asi que decidio correr en su busca, aquella figura era para la esperanza que el tanto necesitaba en ese momento, una via de escape  de aquella loca e inexplicable situacion en la que se veia inmerso. A medida que avanzaba aquella figura iba tomando forma, hat comvertirse en un hombre blanco, de masomenos metro setenta de alto, pelos castaño y vestido con un traje barato pero elegante. Estaba en al parada del autobus, seguramente esperando a que pasara el siguiente. Al estar ya cerca comenzo a llamarlo pero no contestaba. Se paro delante de el y le pidio ayuda, pero no dijo nada ni le miro, le ignoraba por completo. Comenzo a pedirle ayuda cada vez mas y mas alto pero nada cambiaba. Al final ya no le pedia ayuda, solo le insultaba con cada una de las palabras que conocia, incluso repetia algunas con aun mas rudeza intentando que le dijera algo y al no recibir respuesta acabo por empujarlo al suelo.
Aquel hombre cayo sin inmutarse, choco redondo contra el asfalto y ahi se quedo, quieto, sin decir nada, como un simple muñeco.
Si entender ya nada de lo que sucedia, el joven se dejo caer rendido de rodillas, llorando de miedo y desesperacion como nunca antes lo habia hecho. En aquel momento se dio cuenta y recordo al mirar al cielo que el Sol aun no habia salid y que todos los relojes marcaban aun alrededor de las 5:32 de la mañana y aunque le parecio estupido en aquel momento e intento olvidar la idea, mas adelante se daria cuenta de que tenia razon por muy descabellada que fuera: ¿Y si el tiempo se hubiera detenido?

domingo, 2 de diciembre de 2012

Aun recuerdo.

Momentos que permaneceran en la memoria como lo que son, como lo que fueron, intactos a pesar de que el tiempo intente fallidamente ocultarlos bajo sus brazos.
Seguiran siendo los primeros y mantendran tal belleza para siempre junto con aquellos sentimientros que crecieron de la mano y que perduraran aqui por siempre, ya que para eso se creo este espacio: para recordar grandes momentos y compartirlos con aquellos que se interesan por uno o cada uno de ellos.

Fuerza

Creer encontrar aquella fuerza capaz de moverlo todo y darte cuenta de que tambien puede no hacer nada.

jueves, 12 de abril de 2012

Monje rojo.

Era ya pasado el mediodía cuando entraron al monasterio. La puerta era de más de dos metros de altura de madera astillada y enmohecida por el paso del tiempo y hacía ya bastante tiempo que nadie las atravesaba. Por dentro se notaba el paso del tiempo y de sucesos no deseados por los antiguos propietarios. Las hileras de bancos dejaron paso a montones enormes de madera quemada y trozos de metal carbonizados colocados a ambos lados del gran salón. Los candelabros los que no habían caído y se hicieron pedazos en el suelo mezclando los cristales con las rocas aun pendían del techo apenas sujetos por uno o dos engarces de los varios que los mantenían en su sitio. Había banderas raídas de algún Dios ya olvidado sobre las paredes de las columnas que sostenían el techo y el gran ventanal que se posaba sobre ellos ya completamente negro por las enredaderas y el humo que desprendieron en su día los bancos. A pesar de ser aun temprano, allí dentro la oscuridad se los tragaba. La falta completa de ventanas no dejaba entrar ni un rayo de luz.

El Cabra hizo un movimiento con su arco para centrar su atención en una pequeña entrada entre dos antorchas que ya nunca encenderían. Tom desenvaino su espada y sujeto fuertemente su escudo y se adentró en aquel pasadizo. Los demás fueron tras él. Dentro les esperaba una escalera de caracol de roca mohosa y de escalones irregulares de apenas medio pie de grosor. Bajaron lentamente intentando no resbalar y caer apoyándose en la pared. A medida que iban descendiendo, un olor a sangre les iba llegando desde el final de la escalera. Un sonido agudo iba aumentando y acercándose a ellos. Todos desenvainaron sus armas y esperaron aguantando la respiración. No esperaron demasiado hasta que apareció delante de ellos. Tom dejo escapar un pequeño grito cuando una rata le paso por entre los pies y se perdió arriba de la escalera.

-Menuda nenaza estas hecha Tom – Dijo El Cabra entre risas. – Debía de ser una rata monstruosa.

-Vete a la mierda anda. – Le respondió seguido de un resoplido.

-Déjale tranquilo Cabra, no sea que la rata vuelva al oírnos y se nos ponga a llorar – Intervino Tina. – Sigamos bajando a ver que encontramos.

-Espero que merezca la pena la recompensa, este sitio apesta. – Dijo Roy.

Siguieron bajando hasta dar con una puerta de barrotes de hierro oxidado. Tom dio una patada que abrió la puerta y al estrellarse contra la pared se desprendió y cayó al suelo haciendo un estruendo que hizo eco por todo el lugar.
Al pasar, Tina se adelantó con la antorcha para intentar ver donde estaban. Fue caminando hacia delante atravesando lo que parecían pequeñas habitaciones con barrotes.

-¿Qué hacen bajo un monasterio así unas mazmorras? – Les pregunto a todos.

-No lo sé, pero esto más el olor a sangre que no hace más que aumentar me da que la recompensa se va a quedar corta. – Le respondió Roy.

-Shh! – Les advirtió El Cabra. – Oigo algo por allí. Detrás de aquella puerta.

-Vamos. – Ordeno Tom.

Lentamente fueron avanzando hasta la puerta, la cual esta vez abrieron con cuidado y lentamente para no hacer más ruido que el necesario. Tras ella había un pasillo oscuro rodeado de roca y tierra. Una especie de plantas y florecillas claras crecían por las húmedas paredes.

-Esto parece una cueva. – Dijo Tina mientras avanzaban.

En cuando cruzaron el pequeño camino se encontraron delante de una gran cámara subterránea donde cabrían dos o tres monasterios como por el que entraron. En el centro de todo aquello había una mesa repleta de frascos y artilugios que desconocían.

Se fueron acercando lentamente pasando por un camino de piedras entre el poco césped que crecía sobre aquella tierra llena de rocas, cenizas y charcos que se formaban por el constante goteo del techo de la cueva.

-¿Esta aquí lo que buscamos? – Les pregunto Tom mientras observaba aquella mesa.

-Pues no lo sé. ¿Qué decía la orden Cabra? – Pregunto Tina.

-Mmm… Déjame ver. Dice algo sobre un libro de piel o algo así. ¿Ven algo que se le parezca?

-Yo solo veo basura vieja y sucia.

-Y sangre – Dijo Roy. – Y parece que fresca. Miren, por allí hay más, parece que hay bastante más.

Se acercaron al gran charco de sangre que había delante de ellos. Al estar a pocos pasos un sonido sordo recorrió toda la cueva haciendo temblar el suelo.

-El libro del tiempo.- Se comenzó a oír con voz ronca. - Se dice que aquel que lo posea podrá viajar por él y existir por siempre sin sentir su paso por su cuerpo. “La inmortalidad” decían… La inmortalidad…

-¿Quién demonios está hablando? – Grito Tom hacia todos lados.

-Y tenían razón, claro que la tenían. Pero se olvidaron de un detalle muy importante. Algo minúsculo que podría haberme hecho cambiar de idea. – Continuo.

-No lo sé, pero creo que viene de la sangre. – Señalo Tina.

-¡Sangre, sangre, sangre y sangre! – Grito de repente. – Todo se reduce a la sangre. Todo esto se basa en la sangre. La inmortalidad se consigue con sangre, grandes cantidades de sangre eran necesarias para conseguirla.

-No sé quién será, pero eso explica la repentina desaparición de todos los habitantes de este monasterio hace años. – Les dijo Tina. – Aunque creo recordar que fue atacado por bandidos.

-Mercenarios. – La corrigió. – Contratados por mí. No era suficiente con la sangre de los monjes, necesitaba más, mucha más.

-Y su pago fue la muerte. – Acabo Tina.

-Eran bandidos, violadores, asesinos. Deberían agradecérmelo.

-Bla bla bla – Intervino Roy. – No me interesa quien eres ni tu historia, venimos a por el libro.

-¿El libro? ¿Es que no me has escuchado o eres idiota? El libro no trae ningún bien a nadie, solo destruye lo que toca. Nunca te lo daré.

-¿Crees que un charco de sangre parlanchín me da miedo?

-¿Charco parlanchín? – Apareció un hombre cubierto con una túnica de monje raída sobre el charco. – Creía que los caza recompensas serian algo más inteligentes.

-¿Para qué quieres el libro si tan mal te hace? – Le pregunto Tina.

-Lo necesito para viajar al pasado y asegurarme de que no lo utilizo. Pero para eso necesito más sangre, solo un poco. Con la vuestra me bastara. – Acabo de hablar y salto sobre Tina atravesándole la garganta con una daga de hierro.

-¡Hijo de puta! – Le grito El Cabra mientras tensaba el arco.

Tom salió lanzado hacia el cargando con el escudo por delante para frenar la estocada del monje quien luego salto hacia un lado esquivando la flecha del Cabra. Al caer comenzó a dar fuertes y rápidos golpes contra Tom quien apenas conseguía detenerlos.

-¡Roy, espabila! – Le gritaba El Cabra entre disparo y disparo.

Al oírle corrió en ayuda de Tom con su mandoble pero fallo el golpe. El monje giro en cuando el lanzo el golpe sujetando a Tom por los enganches de su armadura y lo giro utilizándolo para parar el golpe que casi lo parte por la mitad.

-¡Joder! – Grito El Cabra quien empezó a disparar cada vez más rápido, aunque con menor certeza.

Roy soltó su espada perplejo por lo que acababa de suceder ignorando todo a su alrededor. Tanto las flechas del Cabra silbándole al lado de los oídos como el puñal que le atravesó el corazón.

De pronto se encontraba solo frente al monje. Quien lentamente fue avanzando hacia él. Los brazos parecía que le pesaban, pero a medida que aceleraba los iba echando hacia atrás hasta que comenzó a correr y de un salto cayó sobre él.

Desde el suelo solo podía ver al monje quien le imposibilitaba cualquier movimiento. Desde allí abajo pudo ver como una de las flechas le había alcanzado en un hombro.

-Te he dado… - Dijo entre risas sordas. – Te he alcanzado… - Acabo de decir cuando el monje se arrancó la flecha y se la clavó en la cara.

jueves, 2 de febrero de 2012

Document1.

Momentos inolvidables, segundos recordados, sentimientos encontrados, mentes despejadas tras nublarse segundos antes. Comprender lo incompresible y entenderlo como algo inherente a uno mismo.

Duro fue el momento en que decidió saltar al vacío aun a sabiendas de que no sobreviviría a la caída más allá del milagro de ver el Sol salir por primera vez en su corta vida.

domingo, 8 de enero de 2012

Libro.

Al llegar a la cima se quedo observando el paisaje. A pesar del pequeño vértigo que tenia fue incapaz de no mirar. Nunca en la vida había visto semejante belleza junta. Todo era como decía el libro de su abuelo. Las rocas flotaban. Enormes trozos de tierra se mantenían en el cielo ignorando la gravedad salvo para dejar caer unas hermosas cascadas hacia el extenso lago que las esperaba debajo. En cuanto intento dar un paso hacia el borde para ver mejor, una bandada de pájaros subió por el barranco y le hizo caer de culo al suelo. Aun con el corazón a punto de explotar por el susto, los siguió con la mirada hasta que desaparecieron detrás de una de las rocas.
A pesar de no poder mostrárselo a nadie. De no poder recuperar la dignidad al nombre de su abuelo después de que le hubieran llamado mentiroso. A pesar de todo, el sabia la verdad. Con eso le bastaba. Los demás ya no le importaban. Todo aquello estaba delante de sus propios ojos. El sonido de aquellas aves retumbando en sus oídos mientras las veía paradas sobre las flores de las rocas flotantes mientras bebían de las cascadas.
El abuelo tenia razón Pensó antes de tirar la cámara al vació.

Tsubasa wo Kudasai.

martes, 3 de enero de 2012

Dolor.

Abrir los ojos duele y mucho.

domingo, 1 de enero de 2012

Desierto.

Solo se encontraba en aquel enorme y arenoso desierto. Los rayos del Sol le resecaban la piel a medida que avanzaba. Sus zapatos estaban tan desgastados por su uso que dejaban entrever sus pies, la arena se le metía dentro y le creaba ampollas. Hacia tiempo que había perdido la cuenta de cuanto llevaba en aquel horrible lugar.
Sin nadie con quien andar, la soledad se sumo al calor, la sed y el hambre que llevaban todo el tiempo a su lado como única compañía.
Al acabar los calurosos días, daban entrada a unas noches heladas en los que la poca ropa que tenia no le daba a basto para protegerse del frió.
Con la esperanza perdida, decidió sentarse a esperar la muerte sin mas. No tenia nada ni nadie por quien preocuparse. Solo se tenia a el y su dolor.

Pasaron días hasta que sintió la muerte acercándose. Apenas podía abrir los ojos. Apenas llegaba a respirar.

-Levanta. - Le dijo una voz en un tono suave.

Sin creérselo la ignoro y siguió con los ojos cerrados esperando. "Levanta" Escucho otra vez. Y otra.
A la cuarta vez que aquella voz le llamo decidió abrir los ojos. Le costo la misma vida abrirlos después de tantos días y con el Sol sobre él.
Pero lo consiguió.
Y no creía lo que sus ojos veían. Era una persona. Como el. Extendiéndole el brazo. Sin acabar de creérselo, acabo por agarrarse a el y ponerse de pie. Por mucho que no llegara a creer lo que veían sus cansados ojos, una parte de el deseaba que este fuera el final de su castigo. Que era como el llamaba a todo lo que le sucedía.
El desierto.
La razón por la que se encontraba allí.
La razón por la que no podría morir por mucho que lo intentase.
Se aferro fuertemente a la mano que se extendía delante de el y lo miro a los ojos. Eran marrones como los suyos, con unos cabellos despeinados casi rojos cayéndole por el rostro tapando algunas de las varias pecas que tenia por las mejillas y la nariz.
Le pregunto quien era el, que hacia allí y como le encontró. Pero su salvador no tenia las respuestas a todo aquello. Así que como un segundo castigado, se unieron y comenzaron a caminar juntos.

Los días pasaron mas rápido y fueron menos duros que los anteriores a conocerle. El calor era casi igual de duro, pero las noches con alguien a quien acurrucarse eran mucho mas llevaderas, menos frías.
Al cabo de los días comenzó a darse cuenta de que el nuevo seguía un rumbo. No iba a ciegas como el. Al principio pensó que daba igual, que de poco servia que fuese en una dirección, aquello no tenia ningún fin.
Estarían allí hasta el fin de los tiempos o hasta que quien sea que los haya metido allí vuelva para reclamar sus almas.
Pero se equivoco. A los pocos días de caminata encontraron algo que nunca pensó poder ver en un lugar así. Un pequeño estanque de aguas cristalinas se postraba delante de ellos debajo de una pequeña palmera con varios cocos entre sus ramas.
No era posible. Pensó para sus adentros. El nuevo conocía el camino hacia la salida. Sabia mas de lo que le decía. El podía sacarle de allí.
Poco le duraron aquellos pensamientos. Antes de poder continuar un ataque de sed mezclado con hambre le invadieron y ataco el estanque mientras golpeaba la palmera en busca de su jugosa fruta.
Al final del día acabo exhausto. Estaba lleno. El dolor en su estomago ya no existía. La aspereza de su garganta se había ido.
Tirado allí debajo del árbol giro la mirada hasta dar con su compañero quien no había probado apenas nada del manjar que habían encontrado. En parte le pareció extraño, pero por otra se sentía encantado de haber podido comer y beber sin necesidad de preocuparse por no tener suficiente.
A pesar de tener tantas preguntas, decidió dormir y seguir el día siguiente. Prefería no atormentarlo a preguntas y joderla. Prefirió dejarlo como estaba y ver si podía salir de allí.

Al abrir los ojos y recibir al Sol como nunca antes lo había recibido se sorprendió al verse solo. Quien le había guiado hasta allí y dado esperanzas de libertad ya no se encontraba junto a el. Se puso de pie rápidamente y comenzó a mirar hacia todos lados.
Pero ya no se encontraba allí.
Se fue. Me abandono. Dijo por lo bajo.
Pasaron varios días hasta que comprendió que no volvería y decidió marcharse en la dirección que habían seguido los días anteriores.
No paso mucho hasta haberse dado cuenta de que se había vuelto a perder en aquel desierto. Ya no quedaba rastro de aquel estanque. No veía nada en el horizonte mas que arena y mas arena.
Se había vuelto a perder.