miércoles, 16 de junio de 2010

El artefacto 2,6.

-¡Lia, Lia! Despierta. Me cago en la puta, siempre lo mismo.

Empecé a abrir los ojos cuando un chorro de agua helada me cayó en la cara.

-¡Ah! ¿Qué haces? ¿Cuántas veces te tengo que decir que no hagas eso?

-Si durmieras como una persona normal no lo tendría que hacer, pero la princesita tiende a despertarse cuando a ella le apetece ignorando nuestra situación actual.

-Deberías tratarme mejor. Si no fuera por mí no estarías aquí. Además también deberías saber el cansancio que me produce el mantenerte a este lado de plano.

-¡Oh! Discúlpeme usted – Dijo haciendo una reverencia – Muchísimas gracias por sacarme del paraíso para traerme a un mundo plagado de borrachos, putas y no nos olvidemos que está lleno de demonios.

-Y por eso estas aquí – Le dije con unas sonrisa.

-Exacto. – Me la devolvió.

Durante un rato de silencio me quede quieta, observando los alrededores. Estábamos en uno de los grandes bosques del oeste de Ynos. Los arboles aquí eran hasta cuatro veces más grandes que los normales. Apenas se podía ver el cielo entre sus ramas, aunque tampoco había mucho que observar, todo era de un color negro que todo lo absorbía. Aparte de los arboles, lo único que crecía eran unos arbustos con unos frutos morados en forma de pequeñas bolitas. Toda la flora restante murió aquel día… El día con el que suelo soñar. No recuerdo mucho mas, ni siquiera recuerdo como conseguí a Frizt. Hace ya tanto de eso…

-Eh Lia, sal de tu burbuja, tenemos que movernos. – Me dijo mientras me tambaleaba con su mano apoyada en mi hombro.

-Lo sé, lo sé. Vamos, en marcha.

Nos movíamos de noche. Siempre. Realmente no había diferencia entre el día y la noche, todo siempre estaba a oscuras. No era para protegernos de los demonios, a ellos les daba igual, siempre estaban. Si no por los hombres. El mundo a pesar de todo lo que sufrió seguía lleno de bandidos o gente desesperada que mataría por una barra de pan. Y por suerte aun mantenían la costumbre de descansar de noche.

Aparte de esto estaba mi propia razón. Desde aquel día no tuve contacto con ningún hombre. Solo una vez… e intento matarme. Creo que eso fue poco antes de conocer a Frizt.
En los bosques apenas se veía por donde se andaba, y eso nos servía para pasar inadvertidos. Ni siquiera había que preocuparse de los demonios. Salvo los de alto nivel, el resto eran muy fuertes, pero a la vez muy idiotas a la hora de encontrar a alguien a menos que les llames a gritos.

-Así que esto es el sur – Dije mirando la nieve que nos rodeaba. Mis paisajes no eran muy variados, siempre espesos bosques. Pero la nieve… Era algo nuevo para mí.Tenía los ojos como los que tiene un niño con un caramelo.

-Me parece genial que te pongas a jugar con la nieve pequeña, pero la odio y me gustaría acabar esto lo antes posible para poder largarme. – Me dijo en cuanto me agache.

-¡Agáchate idiota! – Le grite mentalmente mientras lo tiraba al suelo.

-¿Qué mierda te pa…

-Calla maldita sea – Le interrumpí – Hombres.

-Mmm… Y en cantidad. Por lo que veo se dirigen a Neila. Pero…

-Está destruida. Lo sé. Lo sentí el otro día. La energía que emanaba aquel lugar no era corriente.

-¿Y no crees que deberías advertirles?

-No – Le dije con una mirada que si matara no vería ninguna otra. – No me fio de ellos. Además mírales bien, van armados. Sabrán defenderse. Sin contar con aquel. El gigante aquel, si fuera un demonio hasta yo me lo pensaría antes de atacarle.

-Tan fría y solitaria como siempre. Algún día necesitaras su compañía. Eres una mujer a fin de cuentas, tendrás tus necesidades. –Acabo burlándose – Ese de allí, el pelirrojo, quizás sea tu tipo.

-Hasta que ese momento llegue preferiría seguir sola. –Dije de forma grosera intentando acabar con el tema. – Debemos seguir, no nos falta mucho para el tercer sello.

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