lunes, 6 de diciembre de 2010

Entrevista

-Bueno, veamos. Una ultima comprobación, ¿Luces?

-Bien.

-¿Cámara?

-Bien.

-¿Sonido? Uno, dos, tres, probando.

-Perfecto.

-Vale, alcánzame la libreta y comenzaremos la entrevista.- Estiro el brazo y le entregaron su libreta. No aparto su mirada de mí ni un segundo. – De acuerdo, comenzaremos con esto. Puede que algunas preguntas le parezcan tontas y de respuestas obvias, pero así es todo esto, ¿Listo?

-Una cosa antes de empezar. – Le dije seriamente.

-Dime.

-¿Para que la libreta? Ya me están grabando, todo lo que diga quedara en el video. Así que, ¿Para que la libreta?

-Suelo dibujar en ella, digamos que algunas entrevistas son demasiado aburridas. Todos se creen que tomo nota de o que me cuentan. Bueno, comencemos con esto. ¿Cuál es tu nombre?

-Donatello Ruiz. – Dije resoplando.

-Es un nombre un tanto…

-¿Extraño? Dígamelo a mí. Ruiz viene de mi padre, y Donatello… Digamos que a mi madre le fascinaban las tortugas ninja de pequeña, cosa que empiezo a dudar seriamente por que todos sabemos que Raffaello le da mil vueltas al tonto del palo. Al menos eso explica el que acabara en aquella institución mental.

-¿Y acabo viviendo solo con su padre? – Hizo su siguiente pregunta.

-Eso seria lo lógico, pero no. Al día siguiente de que encerraran a mi madre, mi padre me presento a su amante francesa llamada Jennifer no se que. Es buena persona y hacia feliz a mi padre. Así que se puede decir que no me fue tan mal.

-Vale, ya habiendo indagado en el tema de sus padres, vamos al tema principal.

-¿Se refiere a cuando empezó todo?

-Exacto.

-Bueno, vamos a ver. Todo comenzó cuando tenía ocho. No, nueve. No, espera, ocho. Tenía ocho. Bueno da igual, no importa.

Estaba yo jugando tan alegremente en mi cuarto como cualquier niño de aquellas edades cuando mi madrastra entro de golpe, me tiro gasolina encima y me lanzo una cerilla. No, eso no. ¿Cuándo fue que…? Ah, si. Me encontraba yo jugando en mi cuarto con mis coches de carrera haciendo que chocaran. Ya ve usted que niño mas retorcido era. Bueno, estaba yo golpeando mis autitos metálicos cada vez más fuerte hasta que al final se creo una pequeña chispita de nada. Imagínese mi sorpresa, me creía Dios. Empecé a aplaudir y a reírme a carcajadas, y creo que de tanto reír me canse y me quede dormido. Horas mas tarde me desperté en al cama de mi padre junto a el y Jennifer y me dijeron que al parecer mi cuarto se había incendiado por completo. Imagínese, un niño que se divierte golpeando coches y se ríe a carcajadas mientras su cuarto es consumido por las llamas delante de el. Todo un genio del mal.

Luego hubo otra vez, años mas tarde. Si no m equivoco fue a tercera hora. Estábamos dando historia. Carlo Magno si no recuerdo mal. En mitad de la clase, nos notificaron de que había un escape de gas y que por seguridad debíamos abandonar las clases. Nada mas levantarnos, toda la clase voló por los aires. Alguna chispa al mover las mesas o algo, nunca se supo. Solo sobrevivimos dos. Una chica que fue llevada al hospital con graves quemaduras en todo su cuerpo y yo, tan ileso como llegue aquella mañana. Me pase los siguientes dos años siendo el centro de atencion hasta que se olvido todo aquello.

-Debió de ser muy duro que todos te miraran como a un bicho raro. – Me dijo mientras escribía en su libreta.

-¿Duro? Era la persona más popular de todo el colegio. A las chicas las volvía locas y nadie se metía conmigo. Una pena que se acabara. – Levante la mirada para ver si escribía algo o solo garabateaba.

-Me lo imagino. – Me miro con cara de pena.- ¿Y cuando fue que se dio cuenta de que era lo que le pasaba?

-¿Directa al grano eh? – Le dije soltando una pequeña sonrisa a la que no me respondió. – Para esto nos adelantaremos varios años, hasta los diecinueve. Había conseguido un trabajo para las fiestas de navidad. Iba a ir trajeado y todo, ¿Sabe? Muy apuesto yo con mi corbatita roja, todo un agente secreto. Aunque la discreción no era lo mío.

Me desperté sobre las seis de la mañana, hora no apta para nadie. Me duche y me vestí a medias. Un chico a esa edad no sabe como meterse ahí dentro, su fisiología no esta preparada. Su cuerpo lo rechaza como a una enfermedad infecciosa.

Bueno, el tema es que después de discutir con mi padre sobre los contras (por que no tiene ningún pro) que tenía consigo el vestirme así, Salí de casa hacia el tren. Hacia un frió que pelaba. Y claro, ¿Cree usted que aquel traje era abrigado? ¡Ja! En mi vida tuve tanto frió. Quienquiera que haya dicho que trabajar con traje era lo normal, seguro que nunca llevo uno puesto. Son difíciles de poner, son incómodos, son…

-Vuelve a la historia por favor. – Me interrumpió con voz seca.

-Son feos… - Dije en voz baja. – Y bueno. Estaba a escasos cinco minutos del tren cuando comencé a oler algo raro. La gente que pasaba cerca de mi se alejaba y me miraban con caras raras. Imagínese, yo que me creía dentro de un disfraz de Halloween y la gente me miraba así. Que vergüenza. Pero al final un hombre me hizo un tacle por detrás y me hizo comer el asfalto. Un hombre muy agradable. En cuanto me levante para ver si correr o quedarme dependiendo de cuan grande fuese, le vi con mi traje en sus manos. Tenía un agujero enorme en la parte de la espalda. Y al tocarme, note que la camisa también. El hombre me dijo “¡Te estabas prendiendo fuego tío!”. Ya ve usted, un hombre ve por la calle a una persona que se prende fuego y su solución es romperle el cráneo contra el suelo. Por su gran razonamiento seguro que es un atrapado del gimnasio, además de que un brazo suyo era como tres veces yo.

-¿Y que paso luego? – Insistió para que siguiera.

-Tranquila señorita, todo a su tiempo. – De nuevo ignoro mi sonrisa… Con lo simpática que es. – En cuanto la gente se fue de encima de mí y perdí de vista al grandote aquel, llame a casa y mi padre me trajo otra ropa y me llevo en coche para no llegar tarde.

Al final llegue a tiempo y todo fue bien hasta después de la hora de la comida. Se acerco a mi una ancianita de estas que sabes que será su ultima navidad entre nosotros. Me pregunto sobre una talla de pantalón, lo busque, se lo di y me despedí de ella para siempre. Me di la vuelta para ir a por otro cliente que estaba al final del pasillo, cuando vi humo que venia de mi espalda. Igual que aquella mañana. Rápidamente me saque el traje para que ningún pirado de las pesas rematara el trabajo. Lo sujete con ambas manos y corrí como un idiota dando gritos hasta que se activaron las duchas esas anti incendios.

Diez minutos más tarde me encontraba yo y mi ropa agujereada y completamente empapado delante de dos hombres trajeados, calvos y gorditos con cara de haber sido infelices durante toda su vida. Ahora que lo pienso, quizás eran parientes de aquella ancianita y les dolía su inminente perdida.

-Remítase a los hechos por favor.- Insistió, una mujer muy aburrida.

-Si, si, si. Me habían llamado por megáfono. Imagínese la cara de todos al verme llegar y ver que no era una tortuga ninja. Menuda decepción se llevaron.

Así que ahí estaba yo. Cara a cara con los jefazos. No recuerdo que dijeron, solo algo de fuego, alarma y clientes, acabando con un fuerte “explíquese”. Supuse que serian gente comprensiva, así que les explique lo de aquella mañana y lo de la tienda. Pero no fue muy bien y acabe de patitas en la calle. Un odio creció en mi interior, una rabia inmensa. Pero como no soy de pegar a la gente, solo patee un perrito de esos pequeñitos que paso cerca de mi, la dueña no se lo tomo muy bien.

En cuanto llegue a casa hubo una discusión a gritos, aunque diría que fue mas bien un monologo, mi padre y Jennifer no son muy de hablar.

“¿Cómo es posible? Malditos gordos en sus cochinos trajes. Les conté todo y aun así no me tomaron como a un jodido mentiroso. Ya te dije yo que no saldría nada bueno del traje. Ya viste como quedo la ropa. ¿Acaso mi espalada es inflamable o solo odia los trajes? No se, quizás paso cerca de mi un grupo de niños y decidieron hacer un campamento en mi espalda. La locura de mama se le habrá pasado a mi espalda, quien sabe. ¿Sabes que? Me pasare un mes entero sin camiseta, a ver si pasa algo. Mira al tele, muestran gente como Superman, Aquaman, Spiderman. ¿Acaso ves alguno cuyo súper poder sea tirar fuego por la espalda? Es vergonzoso.

Y cumplí con aquello. Un mes entero sin nada encima. Fue muy duro si sumas que era invierno y además uno de los más fríos en años. Lo pase muy mal, pero al menos no paso nada.

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