lunes, 20 de diciembre de 2010

El artefacto 2,17.

Nos quedamos un último día en aquel bosque para aprovisionarnos antes de seguir nuestro camino. Era asombroso el ver cómo unidos en desgracia, los soldados trabajaban tan duro codo con codo a pesar de que hasta hace nada eran fieros enemigos. Si tan solo hubiera sido así tiempo atrás, nada de esto habría pasado, todo esto se habría evitado. Pero así somos. La unión es siempre la última en nuestra infinita lista de prioridades.

Aquella noche, dentro de mi tienda, entre los ruidos de los arboles al viento, tuve una serie de sueños fugaces. Imágenes de lugares que iban y venían frente a mí. Lugares en los que nunca había estado ni conocía pero que de alguna manera me eran familiares. Me sentía bien en ellos, me sentía seguro, en paz. En algunos de esos sitios, había una mujer a lo lejos. No llegaba a verla bien, era como una mancha en el horizonte que me observaba. Cada vez que aparecía corría hacia ella, pero sin lograr acercarme lo mas mínimo, era como si a cada paso que daba ella se alejaba otro. Al final, y solo al final logre notar cierto acercamiento entre nosotros. Un gran frio recorrió mi cuerpo y empecé a correr hasta que de desperté y todo aquello se fundió en la nada. Aun recuerdo vagamente el sueño, pero ninguna imagen con claridad, se había perdido y al menos de momento no volverían.

Otra oscura mañana había llegado y reanudamos el camino. Sobre el atardecer ya habíamos abandonado el bosque de Quech, el cual moviendo las ramas de los arboles al compás del viento se despedía de nosotros. Ya frente a nosotros se encontraba el camino a Ymedaca, nuestra siguiente parada.

En casi dos días ya casi habíamos llegado. Nos encontrábamos en Regrub, uno de los poblados de la periferia. Pensando en pasar la noche allí, nos dirigimos a la pasada a por algo de información.

-Ey Awan – Me hablo Tosar. – ¿No te parece extraño que no haya nadie por las calles? Y más teniendo en cuenta que es de las zonas más pobladas del este.

-Quien sabe, quizás desde que todo esto empezó la gente no salga a tomar el sol como antes. – Le dije bromeando.

Llegamos a la puerta y la intente abrir. Cerrada. Di varios golpes pero no hubo respuesta alguna.

-Raro, ¿Eh?

-Un poco – Respondí e insistí con la puerta. Dentro se oyeron ruidos. Había alguien, de eso estaba seguro. Pero por alguna razón se escondían. – Se que hay alguien dentro, abran.

Se escucharon murmullos.

-¡Largo de aquí! – Se oyó finalmente.

-Solo queremos algo de información, abran. – Hablo Tosar.

-¡He dicho que se larguen! – Insistieron desde dentro.

Tosar y yo nos miramos y decidimos echar la puerta abajo. Empezamos a empujarla, pero no cedía. Me eche hacia atrás agarrando carrerilla y me lance contra ella. Se abrió de golpe y me detuve en seco. Había salido una mano sujetando algo. Comencé a sentir frio en el estomago. Al mirar hacia abajo, vi una daga clavada en mi cuerpo. Mi vista se nublo y caí.

No hay comentarios: