jueves, 30 de diciembre de 2010

El artefacto 2,19.

Sin demasiado tiempo para pensar, decidí correr en la dirección en la que nos señalo el hombre. Lia y Tosar se me unieron tardando un par de segundos en reaccionar.

-¡Ya podrías haber avisado de que saldrías corriendo! – Me grito Tosar.

Corrimos durante un buen rato hasta encontrarnos con dos caballos por el camino.

-Esto no pinta nada bien. Miren bien. – Señalo las sillas. Ambas estaban manchadas de sangre.

-Ya han empezado. – Dije en voz baja. – Debemos apurarnos. Montemos.

Cabalgamos lo más rápido que podíamos. Por el camino nos encontramos varios cadáveres calcinados. El Vado parecía no haber esperado y les embosco en el camino. Y por lo visto muchos no consiguieron escapar.
Seguimos por el camino de cenizas hasta dar con una cueva que se metía por la montaña. No era muy grande, así que debieron de haberse metido por aquí dentro, el Vado no podría seguirles.

Por muy raro que parecíera, la cueva no estaba a oscuras. En vez de rocas y tierra, las paredes estaban recubiertas de raros cristales que iluminaban todo el camino dejando ver varios cadáveres en el suelo.

-Cristales de fuego. – Nos dijo Lia mientras tocaba las paredes. – El fuego del Vado los debe de haber encendido. Había leído sobre ellos, pero nunca había visto uno. – Acabo de hablar y se puso a tocarlos. Encontró uno medio suelto, lo arranco de la pared y se lo guardo.

-¿Hacia dónde llevara este túnel? – Pregunto Tosar mirando en todas direcciones.

- Hacia el peor lugar de todos. – Le respondió. – La guarida del Vado. Con suerte aun seguirán vivos unos pocos.

No dije nada, no sabía que decir. Continuamos avanzando. Los cristales comenzaban a apagarse, los de la entrada ya estaban a oscuras.
Caminamos hasta dar con el final del túnel. Al salir de él nos encontramos en una sala inmensa. No alcanzamos a ver el techo.

-¿Cómo es posible que algo así exista? – Pregunto Tosar mientras miraba hacia arriba.

-El mismo Vado lo crea. Con su llama derrite la montaña por dentro dejándola casi hueca, nada más que una carcasa vacía. – Explico Lia.

-¿Y donde esta? – Intervine. – Donde están todos más bien.

No había ni rastro de nadie, solo estábamos nosotros.

-¿Mas humanos en mis aposentos?- Se oyó una voz resonar en todo el lugar. Los tres nos miramos con cierta sorpresa al oírla. No sabíamos de donde provenía. - ¿Acaso pertenecen al grupo de antes? No…Son distintos, diferentes de aquellos otros… Lo noto.

-Es él, el Vado. – Dijo Lia mirando hacia delante.

-Muy perspicaz jovencita – Apareció un hombre negro con ropas extrañas.

-¿No se supone que es como un dragón? – Pregunto Tosar.

-Y lo es – Respondió Lia. – Lo que vemos no es el Vado, si no una imagen que el proyecta en nuestras mentes.

-Veo que has hecho los deberes, me asombras. En efecto, este no es mi cuerpo. Me mostraría si fueran solo ustedes dos, pero no veo buenas intenciones en la mente de la chiquilla.

Tosar y yo miramos a Lia quien mantenía un rostro de furia.

-No sé de que hablas.- Le dijo a regañadientes.

-Pues deberías, esta todo en tu mente. – La señalo. – Yo veo todo lo que habita en ella, y la tuya es como un coctel de malos momentos y errores que no te has perdonado. ¿O me equivoco? – Aquel hombre de piel oscura ya no estaba, ahora veíamos a una hermosa mujer con una mirada de ternura que hacia caer varias lagrimas por el suave rostro de Lia.

-Esa no eres tú… - Dijo entre lágrimas.

-¿Querías salvarla verdad? – Le dijo la mujer.

-¡Claro que quería! ¿Qué clase de hija seria entonces? – Le grito a todo pulmón salpicando el suelo con sus lágrimas.

-¿Y qué te lo impidió? – Insistió – No hiciste nada, huiste, la dejaste atrás.

No dijimos nada.

-No podía… ¡No podía hacer nada! Era muy pequeña…Tenía mucho miedo… -Acabo hablando en voz baja.

-¿Muy pequeña? – La mujer se esfumo para dar paso a la imagen de un niño rubio de ojos pequeños. - ¿Acaso te has olvidado de el? Te ofreció su casa, su familia te acogió y te cuido durante un tiempo. – Su rostro empezó a sangrar y una gran herida le recorrió la cabeza. – ¿Y así se lo pagaste? Volviste a huir cuando ellos más te necesitaban.

-Eran demasiados… No… No podía… - Seguía llorando con el rostro empapado en lágrimas.

-Siempre buscas lo mejor para ti olvidándote de los demás, así es como eres, ¿No? – Apareció un anciano al lado del niño herido. – Te dio de comer lo poco que le quedaba a pesar de que llevaba días sin comer y tu lo dejaste ser devorado por los demonios. – El anciano empezó a sangrar por todo su cuerpo y marcas de mordiscos se le aparecieron.

-Le dije… Le dije que huyera… Pero… No pudo, no pudo… escapar…

-Ya sabias usar tus poderes, ¿Por qué no los usaste para salvarle?

-Había atraído a mas… hubiéramos muerto los dos… - Al acabar de hablar aun movía los labios diciendo cosas para sí misma.

-Eso no lo sabes. Pudiste haberle salvado si hubieras querido. ¿Y qué hay de él? – Apareció en frente de los otros dos un joven apuesto de pelo oscuro corto y ojos marrones.

Lia se quedo sin habla, su rostro se quedo pálido al verle, su mirada se quedo fija en el sin parpadear. Se paralizo.

-Él pensaba que le querías, pensaba que le amabas tanto como él a ti. Confiaba en todo lo que le dijiste. Pensaba que sería algo que duraría para siempre.

-Para… Por favor… - Hablo Lia con voz baja mirando esta vez al suelo. – Por favor no sigas.

-¿Qué pare? ¿Acaso le dijiste que pararan a ellos mientras le degollaban? – Comenzó a aparecer un gran corte en su garganta por el que chorreaba sangre.

-¡Por favor! – Grito escupiendo y dejando ver unos ojos colorados de tanto llorar. Ya no le quedaban lágrimas.

-¿Por favor? – Dijeron todos a la vez. - ¿Te paraste a ayudarnos cuando te gritamos pidiendo ayuda? ¿Acaso no te lo pedimos por favor? Pero no te paraste a ayudarnos. No dejaste de correr.

-¡Para! – Grito con voz seca echando su cuerpo hacia delante y ambos brazos hacia atrás creando dos grandes esferas de fuego en cada una de ellas. En cuanto alcanzaron el tamaño de una cabeza se echo hacia atrás adelantando ambas manos y juntando las dos esferas para crear una aun mas grande que fue absorbida por su cuerpo. Los ojos de Lia desprendían fuego, un fuego de odio, de rabia contenida que en estos momentos estaba siendo expulsada. Todo su cuerpo se envolvió en un mar de llamas que quemaron el suelo a su alrededor. Tosar y yo tuvimos que alejarnos varios metros de ella. Estaba fuera de sí.

-¡Acabare contigo! – Grito con una extraña voz que no parecía pertenecer a una chica de su edad. Dio un paso hacia delante y las proyecciones del Vado se evaporaron en cenizas.

Frente a nosotros se apareció una enorme bestia. De grandes ojos celestes sobre una gigantesca cabeza dotada de dientes tan grandes como un hombre y de un cuerpo tan alto como el castillo de Neila.

-Veo que he despertado algo inesperado. – Hablo la bestia.

-¡Lia detente! – Le grite al ver al Vado.

-No te escuchara, es inútil que grites. Esta muy inmersa en el estado que ves. Ya no es la Lia que recuerdas, ahora no es más que un alma llena de furia que destruirá todo cuanto se cruce a su paso.

-¡Lia! – Grite ignorando las palabras del Vado. - ¡Frizt haz algo!

-Esto se escapa de mi control – Me respondió Frizt. – Sabía que había ira en su corazón, pero nunca imagine que fuera tanta. Tantos remordimientos…

-¡Tenemos que detenerla! – Le grite a Tosar antes de empezar a correr contra ella. Al acercarme salte para derribarla, pero algo me empujo de vuelta hacia donde estaba antes haciéndome rodar por el suelo. – ¡Lia! – Insistí.

Lia comenzó a decir una serie de palabras desconocidas y de su cuerpo salió una enorme llamarada hacia el Vado, quien se defendió lanzando un contraataque desde su boca.
En cuanto ambos ataques hicieron contacto un sordo sonido nos golpeo acompañado de una onda de choque que nos lanzo varios metros hacia atrás.
No se qué clase de poder había despertado en Lia, pero si el Vado poseía el poder de un dios y no conseguía hacerla retroceder me hacía pensar que no era un simple enfado.

-¡¿Así es como quieres que acabe todo?! ¡Pensaba que te habías unido a nosotros abandonando tu solitario camino para poder cambiar todo esto y volver a la normalidad! – Le grite.

-Le traicione… los abandone a todos, no tengo derecho a seguir. – Dijo con la misma voz de antes, esa ya no era ella, pero no podía rendirme.

-¡Si tanto te quería, lo más importante para él era tu seguridad! ¡Y dio su vida para salvarte, para dejarte estar donde estas en estos momentos! ¡El no querría que tiraras la vida que te dio tan fácilmente!

Lia parpadeo un segundo y el ataque del Vado avanzo varios metros ganando ventaja.

-¡No habíamos venido aquí a pelear contra el Vado, si no a salvar a los soldados, recuérdalo! ¡Nosotros te necesitamos, eres ya parte de nosotros! ¡Por favor, detén esto!

El cuerpo de Lia se paralizo deteniendo aquel ataque mientras la llamarada del Vado la consumía dejando ver como una lágrima se evaporaba en sus ojos.

-¡Noooo! – Corrí hacia ella cuando Tosar me detuvo.

-No puedes acercarte ahí, morirías. – Me decía mientras intentaba llegar con mis manos. En cuanto me quede sin fuerzas para seguir y comprendí todo, mire al Vado con odio. El me devolvió la mirada y sonrió.

En donde se encontraba Lia había ahora un fuego que no parecía consumirse, un fuego que comenzó a girar en si mismo creando un fuerte torbellino que acabo dando forma de niña. Era Lia. Ella ser acerco a mi lentamente y se agacho para decirme unas palabras al oído. En ese momento no entendí su significado, pero pronto lo conocería.

-Has conseguido salvarla de su abismo de ira y rabia. No pensé que fueras capaz de hacer algo así como salvar a alguien sin esperanzas en este mundo tan oscuro.- Me dijo el Vado.

-Siempre hay esperanza, por muy pequeña que sea, siempre la hay. – Respondí aun asombrado de ver a Lia con vida.

-Cambiando de tema, creo haber oído que venían a salvar a los soldados. Creo entender que se trata de los que llegaron antes.

-Si, pero ya no importa ¿Verdad? Están todos muertos

-¿Muertos? ¿Por qué iban a morir? Ninguno de ellos sabia el por qué estaban aquí. Solo unos pocos venían a darme muerte y son aquellos a los que has visto convertidos en carbón. Todos los demás fueron enviados de vuelta a su castillo. Supongo que te servirán para la batalla que buscas contras los demonios.

-Tú también podrías ayudarnos, todo seria más fácil si estuvieras de nuestro lado. – Le dijo Tosar.

-Ja, Ayudar dices. Lo siento pero paso. Ya he roto muchas reglas al hacer todo esto y no quiero desaparecer. Por mucho que ya no viva junto al resto de dioses no hace que las reglas se rompan para mí.
Es más, ya vienen, así que será mejor que no estén por aquí. – Termino hablando cuando nos encontramos frente a las cajas en donde vimos a aquel hombre en Ymedaca.

No adentramos en las catacumbas y vimos a todos los soldados. Nos sorprendimos al ver que era todo un ejército y más aun al ver como la gran mayoría decidieron acompañarnos en nuestro viaje. Aun queda esperanza en este mundo para nosotros.

No hay comentarios: