martes, 20 de diciembre de 2011

Quien sabe.

Se despertó una cálida mañana de martes. Eran las siete y media pasadas cuando sonó el despertador el cual golpeo con su mano estirada tirándolo de la mesita de cama al suelo. Se sentó sobre la cama y mientras arrastraba las legañas de sus ojos frotándose con las manos, miro hacia la puerta. Su traje de trabajo colgaba ahí todos los días, nunca faltaba. Una mueca de cansancio recorrió su rostro cuando se puso de pie. Camino hacia el baño y se lavo la cara intentando animarse un poco antes de empezar el día. Bajo al salón, encendió la televisión para ver las noticias del día y vio que el pronóstico para el día de hoy seria soleado. Aquella tarde acabaría lloviendo. Pero el ya lo sabía.

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