sábado, 7 de noviembre de 2009

Feria.

-Oiga, señor, ¿A dónde va? – Le dijo el chico al anciano que paso rápidamente frente a el.
-¿Yo? – Le pregunto – A la feria de los patos, ¿A dónde si no?
-¿La feria de los patos?- Dijo entre carcajadas - ¿Qué es eso?
La cara del anciano enrojeció de golpe. Con una mirada de enfado atravesó sus pecas y se introdujo dentro del chico.
-Esta juventud inculta… ¡No saben nada! La feria de los patos no solo es de las mas prestigiosas, si no que de las pocas, por no decir la única, que viene a este horrendo pueblo. Ya sabes… - Su rostro se volvió blanco de repente.
-¿Ya sé el que? Explícate viejo.
El anciano dio un repentino salto a su izquierda, casi encima del joven pelirrojo manchándole de barro sus botas verdes.
Por la carretera paso velozmente un carruaje tirado por dos hermosos sementales negros que eran azotados por un barbudo y corpulento enano calvo.
-¡Todos los inhumanos igual! ¡Son todos unos bestias! ¡Animales! Deberíamos de haber acabado con todos ellos cuando pudimos en vez de dejarles convivir con nosotros.
-Lo que tu digas… ¿Qué era eso de lo que hablabas antes? – Insistió.
-¿De qué mierdas me estas…? ¡Ah! La feria. Ya sabes, o de aquellos rumores – Dijo el anciano seriamente en voz baja.
-¿Qué rumores? Se mas claro, anciano.
El hombre se le acerco, se medio agacho y siguió hablándole en voz baja – Monstruos, los monstruos viven en estos bosques.
-¿Eso? Eso no son más que rumores, viejo. No son más que tonterías, palabrerías que dice la gente para asustar a los niños.
-¡¿Tonterías?! – Grito exaltado el anciano - ¿Tonterías? Los jóvenes no saben nada. Los monstruos existen. Yo vi a una de esas bestias en aquellos bosques hace ya mucho tiempo. Algo así no se olvida. Es algo que se queda en tu mente para siempre. Cada vez que cierro los ojos le veo, con sus enormes ojos como platos, sus largas garras como estiletes, sus puntiagudos colmillos… Algo así no se olvida…
-Mira viejo, que existan los enanos y los gnomos es una cosa, ¿Pero monstruos? Vamos… Almenos estos son como nosotros, solo que más bajos, ¿Pero monstruos? Tú deliras anciano. Ya veo porque madre me advirtió que no me acercara a ti. Estás loco.
-Loco… - Dijo riéndose – Ya te gustaría… ¿Y hacia dónde vas tú ya que ya sabes hacia donde voy yo?
-A ver al gordo de Tromhold. Le debe varias facturas a madre, y me ha enviado a cobrarlas.
-¡Ja!- Soltó una carcajada – Estas tu que ese canalla te las va a pagar. Tu madre es la loca que lo alimenta esperando algún pago.
-Lo sé. Pero madre lo ha pedido y he de ir.
-Vale, ve. Estréllate contra un muro. Pero recuerda: No te acerques a esos bosques. – Le dijo seriamente.
-Que sí, que si…

Dos meses más tarde aparecieron dos botas verdes frente al bosque.

No hay comentarios: