miércoles, 7 de octubre de 2009

Preguntas.

- A ver, responde: ¿Es cierto que el universo es infinito?

- Mmmm. Infinito lo que se dice infinito…. Sinceramente me duele la cabeza cada vez que pienso en el universo e intento verlo como algo así. Para mí no hay nada infinito.

- ¿Entonces cuando morimos y vamos al cielo echamos a los que estaban antes? ¿No es infinito para que entremos todos?

- No creo que haya un cielo. Si no, ¿De qué sirve que estemos vivos ahora si luego “viviremos” en el cielo? No tienen ningún sentido. Puedo a llegar a creer que hay seres más allá de nuestro entendimiento, pero no en Dios.

- ¿Entonces al morir donde vamos?

- Eso tiene lo suyo. Me gustaría decirte que renacemos, y ciertamente hay varias cosas que pueden corroborarlo, pero no lo creo. La que más me puedo creer es que nos apagamos. Pero como no me imagino a mi mismo sin pensar y todo oscuro, no me gusta pensar en ello, me da dolor de cabeza. Y la del cielo está claro q no. Así que ciertamente no lo sé.

- Aham, entiendo…

jueves, 1 de octubre de 2009

Cueva.

Siguió los sonidos hasta dar con su origen. Provenían de dentro de una de las grietas de la montaña. Apenas se la podía ver entre la compleja red de enredaderas que crecía por toda la entrada.
Se asomo lentamente. El sonido era cada vez más fuerte, y era un alivio, ya que dado el nivel de oscuridad eso era el único modo de llegar al final sin perderse.
Una vez que la luz del exterior se perdió, una al otro lado empezó a crecer, era una pequeña fogata.

Al acercarse comprobó que a su lado había un hombre. Por su apariencia se diría que llevaba en este sitio desde hace ya bastante tiempo. Pero estaba en silencio. El ruido venia de una radio que soltaba una música en un idioma inentendible, pero de ritmo interesante.

Sin más, al quedarse de rodillas frente a aquel hombre le pregunto lo que hacía en esta cueva, si no extrañaba el exterior. El hombre tardo unos segundos en reaccionar. Le miro. Su rostro era sombrío. Se quedo mirándole unos segundos más pensando en la respuesta correcta hasta que le dijo: “¿Hacer? No hago nada. Y si, extraño. Pero una vez te apartas del mundo, el ya no te vuelve a buscar.”
“No estoy seguro de ello, yo estoy aquí.” Le respondió extendiéndole la mano.

martes, 29 de septiembre de 2009

Efecto.

Saltó la rana al charco salpicando la pequeña planta que se asomaba entre la hierba. Años más tarde creció hasta convertirse en un fuerte árbol que dio la sombra bajo la cual nació un niño que al crecer, utilizo un cuaderno hecho de aquel árbol para escribir una fantástica historia de caballeros con la que conquisto el corazón de su actual esposa al ganar el premio de literatura, que se utiliza en estos momentos como pisapapeles entre los cuales se encuentran los análisis de su esposa en los que dice que tiene una grave enfermedad por la cual moriría poco después dejando tras de sí tan solo una tostadora que utilizaría el ya anciano niño para quitarse la vida en su bañera.