Me agarro de la mano y corriendo me saco de la habitación. Corría y corría, cada vez más rápido. Podía sentir su corazón latiendo cada vez más rápido y el sonido de su respiración cada vez más fuerte mientras tiraba de mí. No la conocía muy bien, tan solo de vista. Era bastante bonita. Siempre sonriendo, siempre con su comportamiento tan refinado. Ayudaba a todo aquel que le pedía ayuda. La veía todos los días. Al final se convirtió en algo que necesitaba ver cada día. Me enamore de ella, y a cada día que pasaba mas era el amor que sentía por ella. Pero no me atrevía a hablarle, nunca tuve el coraje suficiente. Me llevo hacia la azotea del edificio. Era de día, había un Sol radiante. Yo junto a la chica a la que amo, juntos de la mano bajo un radiante Sol. Me miro fijamente a los ojos y me dijo con una suave voz: “Se lo que sientes por mi” , tiro de mi nuevamente y me tiro junto a ella al vacio con una sonrisa.
Juntos bajo un radiante sol acompañado de una dulce sonrisa.
Las tierras de Neila iban desapareciendo a medida que el horizonte avanzaba tras de ellos. La noche en que se enteraron del significado de los sellos que la joven perseguía se convirtió la entrada de Tosar y Awan dentro de una carrera contra reloj que hacía ya tiempo había comenzado en su ignorancia. No había tiempo que perder se dijeron con una mirada tras la cual la orden de prepararse para marchar al amanecer fue dada a todos los hombres que aun estaban con ellos.
La noche transcurrió lenta y con calma. Mientras todos dormían sin saber lo que se les venía encima, Tosar y Awan no pegaron ojo. La mañana llego y con ella el ruido de los soldados preparándose para dejar Neila. Estaban todos. Todos menos Aenil. Se había ido durante la noche, mientras todos dormían y algunos se ahogaban en sus propios pensamientos. Nadie sabía a dónde se había ido. Pero Awan no se preocupo, ella siempre solía desaparecer durante las noches. Rilas decía que se iba a perseguir sus sueños.
Ahora, al norte de Neila, frente al gran bosque de Quech, se encontraban los supervivientes de los restos de Deshi y los de las desoladas tierras de Neila. Dos señores vencidos y despojados de sus poderesempezando una cruzada contra un mal que ya estaba viviendo demasiado tiempo en la superficie y al que plantarían cara con todo lo que tienen.
-¿Sabes lo que me conto aquella vez? – Me dijo sentado a mi lado sobre la cama. – Fue casualidad, ¿Es gracioso verdad?... Todo esto fue casualidad. El no buscaba todo esto, simplemente se estrello contra ello sin poder evitarlo. Se lo encontró de frente. ¿Pero sabes? Yo no lo creo, no creo que fuese casualidad. Esto era lo que él debía de hacer. Había nacido para llevarlo a cabo. Ya estaba escrito. En el momento justo, el sitio justo. Debía de ser así. Su sitio es en donde esta por el momento. El mío es este. El tuyo… no es aquí. No puedes quedarte – Dijo mientras una lagrima le caía por la mejilla. – No puedes…
- Pero… ¿Qué hay de lo que yo quiero? Yo… Yo no quiero volver a perderte. ¡No de nuevo!
-Y no lo harás – Me dijo secándome las lagrimas con la mano. – No me perderás. Estaré aquí por siempre, dentro de ti.- Apoyo su mano contra mi pecho. – A veces hay que recordarle a las personas cual es su sitio, tanto si no lo están como si están en el equivocado.
-¿Entonces eso es lo que buscas, eh? – Le pregunte a la niña.
-Exacto. Y el de tu amigo era de los más importantes.
-¿Y para que los quieren? ¿Acaso no se bastan ellos mismos para destruirnos?
-Je… ¿Quererlos? Ellos no los quieren para nada. No les valen de nada.
-¡¿Entonces?!
Tosar se limitaba a observar, no se movia, no hablaba, solo observaba.
-Los que los necesitamos somos nosotros. Sin ellos estamos perdidos.
-Todo, todo esto. El hecho de que estés aquí, de que yo esté aquí. De que todo haya acabado de este modo.
-Puede que si… Puede que realmente todo deba acabar así. Pero… ¿Cómo he llegado a esto?
-¿No lo recuerdas verdad? Es normal…
-¡Eh, Ben! ¿Lo tienes todo verdad?
-Si, todo está listo.- Dije enseñándole la maleta.
-Muy bien, vamos dentro.
Frente a nosotros se encontraba una majestuosa entrada a uno de los hoteles más caros de la ciudad. La gente entraba y salía sin parar a todas horas, yendo y viniendo.
Una vez entrabas un dulce aroma a menta nos atravesó empujado por las ráfagas del aire acondicionado de la recepción.
Había muchísima gente allí sentada en los sofás desayunando tranquilamente hablando entre sí formando una barrera de sonido que no permitía enterarte de nada a menos que estés al lado de cada uno. Pero no podías, la barrera no te dejaba acercarte.
Nos acercamos a la recepción. Nos atendió una hermosa mujer con un pelo rubio oscuro recogido debajo de una especie de boina de piel con el logotipo del hotel. Pedimos una habitación y nos entrego la llave.
Habitación nº173 piso 19. Nos dijo que era muy importante no perder la llave dado que no había copias. Hicimos como si nada y nos fuimos al ascensor. Nosotros no éramos como todos estos ricachones a los que todo les da igual porque pueden arreglarlo con dinero. Nosotros éramos gente corriente, teníamos más cuidado por las cosas, y más aun por las cosas que eran más caras incluso que nuestras vidas. Pero la perdimos…
-Ya han pasado 5 días Ben. ¿Cómo te encuentras?
-No muy bien para serte sincero.
-¿Dónde está tu amigo, ese con el que entraste?
-Se fue cuando me entregaron la llave.
-¿Y para que era la maleta?
-Sonara estúpido pero, ¿Sabes cuantas toallas hay por cada habitación en este hotel? ¿Y sabes cuantas entran en una maleta? Todas.
-Entonces sabrás que esto es cosa del karma. El hecho de que te quedes encerrado dentro de esta habitación por que la llave quedo de lado de fuera es por el simple hecho de que querías llevarte todas las toallas de la habitación.
-¿Karma dices? Menuda tontería.
-Tontería tu madre. Karma es un muy buen amigo mío.
-¿Eh? A todo esto. ¿Quién eres tú?
-No lo diré dado que nunca lo hago. Pero ya que estas en las ultimas y colapsaras pronto te diré que mi rostro suele aparecer en sopas y cereales, y a veces en tortitas.
-Así que eres tú… No se si estoy delirando por la falta de comida o si esto es real, pero no eres como la gente te cree.
-Mmmm… Delirante, me gusta esa palabra. Y no, ¿Como la gente va a retratarme si hace miles de años que no me ven? ¿Viste la película sobre mi crucifixión? Debería haberme hecho famoso. Pero no, ¿Cómo voy a decirles a mis amigos que ese soy yo si no se parece en nada a mí?
-Y ahora que, ¿Iré al cielo? ¿O me castigaran por intentar robar las toallas?
-¿Las toallas? No te preocupes por eso , nadie te dirá nada. En mi casa ninguna toalla es comprada, todas son de hoteles. Y si, iras al cielo pero solo unos segundos.
-No lo sé, realmente no lo sé. Habrá que esperar a ver.
-Esperar… siempre esperamos a ver que pasa a continuación. Siempre nos quedamos inmóviles mirando como todo cambia a nuestro alrededor y avanzamos en consecuencia. Pero… Y si dejamos de esperar. O sea, ya ves como nos va, las cosas que ocurren. No estamos ganando, nos llevan clara ventaja. Llegamos tarde a todos lados.
-¿Te crees capaz de romper ese cascaron en el que estas metida y salir? – Le pregunto mirándola fijamente a los ojos.
-¿La verdad? No lo se. ¿Pero quien sabe? Todo llega… ¿No?
-Así es… así es.
-¿Me haz llamado Awan?- Dijo Tosar entrando en la tienda.
-Así es… Quería disculpar..
-No es necesario.-Le dijo en un tono firme.-Lo entiendo perfectamente.
-Si…
-¿Esto era todo para lo que me habías llamado?
-No, disculpa. Quería que habláramos sobre lo que sucederá a partir de ahora. Ninguno tiene la fuerza suficiente como plantarles cara a los demonios en estos momentos. Apenas tenemos un puñado de hombres con los que contar. Apenas nos quedan alimentos después todo aquello.
-Es gracioso el modo en que esta pregunta vuelve a mí una vez más. La misma pregunta que me hice a mi mismo cuando Deshi cayo.-Dijo riendo.- ¿Respuesta? No la conseguí. La respuesta vino a mí de tu mano en cuanto te me plantaste delante. Pero… ahora no parece que alguien venga a darnos una respuesta nuevamente. Esperar no es una opción. Debemos avanzar, buscar nuestra propia respuesta. Así como tu viniste a mi, nosotros iremos a por otro, y luego a por otro y así hasta ser tan fuertes como para plantarles cara de una vez por todas.
-Tienes razón. Pero antes que nada debemos hablar con nuestra invitada, ¿No es así jovenzuela?- Dije mirando detrás del armario.
-¿Co… Como me has visto? Se supone que no deberías….ser capaz de…
-¿Verte? Si, no debería ser capaz. Lastima para ti tuve una especie de maestra que me enseño lo básico.- Me vino a la cabeza el rostro de Aenil.